domingo, 18 de septiembre de 2011

Darle alternativas


El perro está aburrido y lleva un buen rato paseando sin rumbo por la casa. Cuidado. Si de repente le da por escarbar en las macetas o por mordisquear las patas de las sillas, no es que haya decidido fastidiarte, aunque lo parezca. Es mucho más sencillo: es que no tiene otra cosa que hacer. Tú estás leyendo, o viendo la televisión, o haciendo la comida, o echando un vistazo a Twitter. Tú tienes mil maneras de entretenerte, pero pretendes que tu perro se quede absorto contemplando el paisaje horas y horas. Parece mucho pedir, ¿no?

Es verdad que un perro, muchas veces, cuando no hay nada que le interese, busca un rincón fresco en verano o templado en invierno, se echa y se duerme. ¡Cuánto envidio esa capacidad de quedarse dormido a voluntad! Sin embargo, sobre todo si el perro es joven como Sirio, necesita actividad. Si no se la das, se la busca. Y lo más probable es que la que encuentre no sea precisamente de tu agrado.

He aprendido, a base de errores, que no basta con decirle "¡No!" con toda la contundencia del mundo cuando te lo encuentras royendo la pintura de la pared. La dejará, pero buscará una alternativa. Hay que estar preparado y dársela.

Nosotros nos hemos hecho con un arsenal de juguetes para morder y procuramos tenerlos a mano. Lo que más le gusta a Sirio son los huesos hechos de tripa o médula –eso dicen, no quiero hacer averiguaciones- que venden en las tiendas de animales. Cada hueso le dura tres o cuatro días. Lo malo es que, según lo va desgarrando, va dejando trozos de una materia blanda y llena de mugre que resultan bastante repugnantes. Sin embargo, a cambio de recoger esas "cosas", tenemos al perro entretenido mucho tiempo.

También sirven los juguetes tipo Kong, que son algo caros pero prácticamente indestructibles, las cuerdas con muchos nudos para que los vaya deshaciendo y, en fin, cualquier artilugio que le permita tener los dientes ocupados.

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