lunes, 19 de septiembre de 2011

Vacaciones

Uno de los inconvenientes de tener perro es que no puedes llevarlo a todas partes. Y cuando te vas de vacaciones, la cosa se pone peor. Es difícil encontrar hoteles que lo admitan y, en el mejor de los casos, te dejan tenerlo contigo, pero no que se quede solo en la habitación. Eso te limita mucho a la hora de visitar museos o monumentos, entrar en restaurantes, etc. Sirio se queda en el coche muy formalito el tiempo que haga falta, pero en verano es casi imposible aparcar en un sitio fresco y aireado para poder dejarlo allí un par de horas.

Nosotros afortunadamente tenemos quien se quede con Sirio. Su "padrino" Ramón, el que lo recogió de la calle, se ofreció desde el principio a tenerlo en casa con sus dos perros, siempre que tengamos que viajar. Lo que pasa es que nos gusta llevarlo con nosotros. Francamente, lo pasamos mejor si estamos todos juntos.

Estas vacaciones hemos tenido suerte. Teníamos ya planeado pasar quince días en una casa rural que alquilamos con mi familia, en las estribaciones de la Sierra Cebollera. Ni a propósito habríamos escogido un lugar mejor para que Sirio nos acompañase.

Cuando los amigos nos preguntan qué tal las vacaciones, Marco y yo contestamos al unísono: "lo hemos pasado muy bien, pero el que más se ha divertido ha sido el perro". Y es que han sido unos días fantásticos para él.

Hizo enseguida amistad con mi hermano, que es una de esas personas que tiene un don natural para entenderse con los animales. Desde el primer día se lo llevaba por la mañana temprano a hacer eso que ahora se llama "senderismo" y que toda la vida conocimos por "andar por el monte". Agotados llegaban los dos a desayunar y enseguida nos preparábamos todos para alguna excursión.

Sirio se pasaba casi todo el día suelto, correteando delante o detrás de nosotros y buscando olores interesantes. Corría detrás de los caballos y de las vacas, moviendo el rabo e invitándoles a jugar. Para Sirio, cualquier animal de cuatro patas, del tamaño que sea, es un potencial compañero de juegos. Había que ver la cara de decepción cuando comprobaba que las vacas pasaban olímpicamente y seguían pastando como si nada.

Marco y yo disfrutamos muchísimo. No hay nada más hermoso que ver a tu perro correr libre y hacer cosas de perro. Volveremos el año que viene, sin duda.

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