sábado, 24 de septiembre de 2011

El lobo feroz


Cuando estaba leyendo la serie de entradas sobre la historia del perro que ha publicado Sobre perros, recordé una conversación que tuve hace tiempo con un amigo, acerca de las diferencias entre los genomas del perro y del lobo. Siempre me ha interesado la biología en general y la evolución en particular. Y ahora que tengo perro, tiendo a buscar información sobre esas disciplinas aplicadas a esta especie en concreto.

Mi memoria deja mucho que desear, pero creo recordar que mi amigo decía que la denominación Canis familiaris se había abandonado en favor de Canis lupus familiaris; es decir, el perro había dejado de considerarse especie para pasar a subespecie. La base de este cambio serían los estudios genéticos recientes, que muestran que la diferencia genética entre uno y otro no es bastante para considerarlos especies distintas.

Sobre perros me confirma que es así. Resulta asombroso si pensamos en la disparidad de aspecto entre un lobo y un pequinés, por ejemplo. Pero resulta aún más asombroso comprobar cómo la domesticación y la crianza selectiva pueden funcionar de la misma manera en otros cánidos. En este sentido, el experimento de Belyaev es un ejemplo que da mucho que pensar. Así lo explica Richard Dawkins en El cuento del antepasado:
D.K. Belyaev y sus colegas capturaron unos cuantos zorros plateados, Vulpes vulpes, y emprendieron un plan de cría sistemático encaminado a la obtención de ejemplares dóciles. El éxito fue espectacular. Al cabo de 20 años de aparear los ejemplares más mansos de cada generación, Belayev había conseguido producir zorros que se comportaban como perros ovejeros, buscaban en todo momento la compañía del hombre y meneaban la cola cuando alguien se les acercaba. No tiene nada de extraño, aunque la rapidez de proceso puede llamar la atención.

Más inesperados fueron los efectos secundarios de la selección encaminada a la domesticación. Los zorros domesticados genéticamente tenían no sólo el comportamiento, sino también el aspecto de un perro ovejero. El pelaje se les volvió blanco y negro y la cara parcial o completamente blanca y, en lugar de las características orejas puntiagudas de los zorros salvajes, desarrollaron unas "simpáticas" orejas gachas.
¿Será por eso que la cara de un lobo nos resulta feroz, mientras que la cara de un perro pastor nos parece amistosa? ¿Conservaremos algún tipo de intuición atávica que nos hace relacionar el aspecto de un animal con su mansedumbre?

Dawkins hace una conjetura:
Algunos experimentos han demostrado que los perros domésticos son más hábiles que los lobos a la hora de leer nuestras expresiones facciales. Quizá sea una consecuencia involuntaria de nuestra coevolución mutualista a lo largo de muchas generaciones. También nosotros leemos las caras de los perros, cuyas expresiones se han ido haciendo más humanas que las de los lobos, debido a nuestra selección involuntaria.




Más información sobre el experimento de Belyaev: Experimento con zorros sobre domesticación y evolución.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me gusta mucho el articulo, hace un tiempo lei otro estudio de la universidad de cornell, en el que explicaban el porque de que unas razas y otras sean tan diferentes y como hemos podido conseguir esto en tan solo unos cientos de años.

Esto se debe a que tan solo unas pocas regiones genéticas determinan gran parte de los rasgos físicos del perro, al contrario de lo que pasa con los seres humanos.

Bueno un saludo! y animo con el blog que me encantan los artículos ^^

Marcela dijo...

Todosobre-perros, gracias por la visita y por los ánimos.

Algo he leído sobre el estudio que citas. Lo que me parece fascinante es que probablemente los genes que determinan esos rasgos físicos son los mismos que están relacionados con el carácter, con la "mansedumbre" buscada por la domesticación. Eso explicaría por qué la crianza selectiva produce los dos tipos de cambios, físicos y de conducta.

Ya sé que hay que ser cautelosos con estas cosas, pero al fin y al cabo no estoy haciendo una tesis doctoral, sólo leyendo y pensando sobre ello. Así que no pasa nada porque se me vaya un poco la olla :-)

Saludos.